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I Domingo de Cuaresma
marzo 9
El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado. (Lc 4, 1-13.)
El primer credo se dijo contando una historia que aconteció, y
en la segunda lectura encontramos el credo cristiano, que no es
algo solamente racional, sino que implica los labios y el corazón:
interioridad y exterioridad. Las tentaciones de Jesús son también
las nuestras: la tensión por la subsistencia diaria y la búsqueda
de los bienes materiales, y también el poder y la gloria de ser
reconocidos. Y con esto, la seducción de exigir continuamente a
Dios que se manifieste y que demuestre quién es. En nuestra lucha
frente a las tentaciones no olvidemos las palabras del Señor
al final del salmo: «Lo protegeré porque conoce mi nombre».