
VII Domingo del tiempo ordinario
febrero 23
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. (Lc 6, 27-38.)
La fe es confianza de lo que no se ve, y esta confianza genera
esperanza en Jesús, el Señor resucitado. Las bienaventuranzas
nos ayudan a comprender en qué o en quién de verdad hemos
puesto nuestra confianza. Somos llamados a sentir el contraste
entre una vida que se mueve solo a ras de tierra y una existencia
orientada hacia Dios. Jesús nos pide la pobreza elegida como
modo de vida y que se manifiesta en la sencillez, en la búsqueda
del bien por encima de cualquier interés personal, en la generosidad,
en el saber que se puede vivir con poco, y que el mejor
tesoro es el amor de Dios manifestado en Jesús y sus palabra.