
XXIX Domingo del tiempo ordinario
octubre 19
Dios hará justicia a sus elegidos que claman ante él. (Lc 18, 1-8)
La oración es la otra cara de la fe, pues sin oración insistente y constante no hay fe. Una oración que clama a Dios desde nuestra vida, desde lo que somos y sentimos, con humildad y pobreza,
sintiéndonos necesitados. Siempre en camino, y siempre buscando a Dios. Nadie puede juzgar la oración de otro, y hay oraciones que solo Dios oye y él responderá con justicia y misericordia. Hay quien busca cada día en medio de muchos sufrimientos, propios y ajenos. La oración es un ejercicio de inconformismo y de encuentro con nosotros mismos en verdad y amor. En la oración expresamos nuestra verdadera humanidad, es lo más humano.