
XXVI Domingo del tiempo ordinario
septiembre 28
Recibiste bienes, y Lázaro males: ahora él es aquí consolado,
mientras que tú eres atormentado. (Lc 16, 19-31)
Al rico de la parábola Jesús no le pone nombre, y no se dice de él
que haya conseguido su riqueza explotando a los pobres. Lo que
se dice es que banqueteaba y vivía entre lujos mientras que un pobre
se moría en su puerta. Es la injusticia de acumular y vivir entre
lujos, mientras otros no tienen lo mínimo para vivir, como denuncia
el profeta Amós. Este rico anónimo se celebra a sí mismo,
mientras que el pobre apenas puede vivir, pero Jesús a este pobre
sí le pone un nombre, porque Dios está con él: es lo que significa
«Lázaro». Escuchar la Palabra de Dios (Moisés y los profetas) nos
tiene que llevar a escuchar al pobre: este será nuestro juicio.