XXXII Domingo del tiempo ordinario
noviembre 9
Hablaba del templo de su cuerpo. (Jn 2, 13-22)
No tenemos ciudad permanente ni templo construido por manos humanas que nos aten a este mundo. Construimos en primer lugar un edificio espiritual capaz de albergar a los que nos sentimos peregrinos guiados por el esplendor de la verdad. Antes que construir un templo somos templo para albergar al Espíritu Santo, el don de la consumación. Este es el principio y el fundamento de la arquitectura espiritual cristiana, y nuestros templos de piedra dedicados tienen que manifestarlo.