
XIV Domingo del tiempo ordinario
julio 6
Descansará sobre ellos vuestra paz. (Lc 10, 1-12. 17-20)
Jesús quiere discípulos austeros para poder servir a todos: para
hablar de él, para hablar como él y prepararle el camino. Jesús
quiere llegar al mundo entero y necesita obreros para ello. Por
eso es necesario rezar a Dios para que sea él quien llame, pues
si el misionero no se siente enviado la misión será un fracaso y
el misionero un fracasado. Van de dos en dos para vivir en fraternidad
y evitar el peligro del individualismo que busca protagonismo
propio. La misión nace de la oración de la Iglesia, y sin
oración no hay ni vocación ni misión. Jesús se alegra con estos
primeros enviados porque el Evangelio domina sobre las fuerzas
demoniacas y del mal.