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XXVII Domingo del tiempo ordinario
octubre 5
¡Si tuvierais fe! (Lc 17, 5-10)
Los apóstoles no han entendido bien, pues no se trata de aumentar, de grandezas, sino de pequeñez, pues la fe comienza por lo pequeño. Fe es reconocer nuestra propia debilidad y, así, desde una fe pequeña, pero capaz de acoger la salvación, damos el paso para aceptar la fuerza que nos viene de Dios. Creer es confianza en Jesús para estar donde él está, y estar con los que él está, con
una fe pequeña que nos lleva a abandonarnos en él. Esta es la fe capaz de obrar milagros, capaz de transformar el mal en bien, y capaz de dar vida en medio de situaciones de muerte. Es la fe
que perdona y busca siempre al otro rompiendo la barrera de la enemistad.