
XXV Domingo del tiempo ordinario
septiembre 21
No podéis servir a Dios y al dinero. (Lc 16, 1-13)
En la parábola Dios es el rico hacendado, y nosotros somos los
administradores que derrochamos sus bienes. Esta es una ironía de
Jesús con un doble sentido de «derrochar», pues él no nos pide
que seamos unos sinvergüenzas, sino que sepamos administrar con
inteligencia espiritual el sinvergüenza dinero. Jesús propone administrar
el dinero para ganar amigos: esto significa que cuando compartimos
lo que tenemos con los más pobres, ellos serán nuestros
amigos en la ganancia final, la que importa, la ganancia del reino
de Dios. Esta debe ser la astucia de los seguidores de Jesús.